LA HUMANIDAD APRENDIÓ HABLAR, GRACIAS AL MIEDO.
El grupo es la mejor trinchera para transformar el miedo a través de la palabra.
El miedo como emoción básica en los albores de la humanidad
es la protagonista central de la evolución lingüística; gracias a la necesidad
de expresar lo que esta conmoción produce al interior, llevó al homo sapiens
sapiens inicialmente a imitar sonidos naturales como una técnica inmediata para
menguar lo incontrolable, que posteriormente se fue articulando a nivel bocal;
dándole sentido grupal a los sonidos inventados. Con la palabra la humanidad
aprendió a organizarse para librarse grupalmente del peligro; pero
paradójicamente la misma solución produce otro tipo de miedo individual: el
irracional.
Es decir, desde que la humanidad se comunica, el miedo se ha
venido o transformando o eliminando. Desconocer su poderío en cada jugador es a
su vez despreciar todo lo que el hombre ha venido conquistando del miedo desde
el momento mismo que abandona las cuevas para construir comunidad; igualmente
se podría decir del miedo que es la emoción motora de las diversas culturas
humanas.
El miedo es la emoción básica a entrenar en el fútbol o en los deportes de conjunto. Se entrena para
Uno de los objetivos pedagógicos de cualquier DT es aprender
a comunicarse con sus jugadores con el propósito de crear juntos tácticas y
estrategias de juego para enfrentar los compromisos deportivos. Eso sugiere un
estilo de dirección menos obediente y más interactivo desde los jugadores. El
Técnico debe crear espacios y técnicas en las que los jugadores se comprometan argumentando y contraargumentando las propuestas. Esto
exige un técnico con autoridad suficiente para los jugadores; de lo contrario
estos estarán comentando en camerinos y a espaldas del DT su presunta falta de
control o de liderazgo. Vale aclarar que lo propuesto aquí sugiere una actitud
coherente y de claro convencimiento por parte del DT y basado en un conocimiento
más que suficiente de los jugadores.
PERO QUÉ ES EL MIEDO?
Genéticamente nacemos con el miedo, es una emoción básica
que nos defiende de algo real que puede ser hiriente, haciendo que el cuerpo se
activa frente al peligro llevándonos responder con rapidez y eficacia, ya que se
actualiza en situaciones nuevas, lo que lo hace un factor de aprendizaje, ya
que forma parte del esquema adaptativo del hombre. Por lo tanto se puede
afirmar que frente al peligro, aparece el miedo que provoca tres tipos de
comportamientos diferentes: de huida, de enfrentamiento o paralización.
Pero también existe el miedo psicológico, el imaginado, de
tipo neurótico que aunque no tiene relación con el peligro; si tiene que ver
con una autoevaluación sobre algo que se tiene que hacer y termina imaginándose
el peor de los escenarios posibles. En grupo es común que se perciba el miedo
al rechazo por parte de sus compañeros; que es también una información presente
en el ADN humano y que formó parte de nuestra evolución que se aprendió frente
a la posibilidad de quedar a merced de los depredadores.
En el deporte el miedo es un termómetro básico para leer el
tono emocional del equipo; pues muchas veces, la cercanía con poco diálogo
desde lo afectivo; hace que los jugadores vean como natural o propias del
entrenamiento y por ende de la competencia, conductas de agresión, rabia, de angustia
y de ansiedad. Y si a lo anterior agregamos, que se entrena negando el miedo;
con seguridad veremos a estos jugadores claramente descontrolados; algunos de
ellos haciéndose expulsar por agredir injustificadamente al rival; mientras que
otros, lesionándose inexplicablemente. En el argot del fútbol, los
comentaristas de este deporte han logrado hacer escuela sus propias lecturas de
lo emocional de los jugadores, reduciéndolo a algo evidente y que no guarda
relación con la emoción: “Estar acalorado”.
Estar acalorado es también una justificación para hacer
entender a los demás que se perdió el control.
Quien desea eximir a un jugador
de la propia responsabilidad de sus actos, sólo tiene que argumentar que éste
fue finalmente expulsado, gracias a que estaba acalorado. Paralelo a esta
acepción del miedo; forma parte del entrenamiento y la competencia, la forma
como se niega el miedo por parte de nuestra cultura latinoamericana. Es decir,
se asume que esgrimiendo a alguien que actúe sin tener miedo, es suficiente
para que la persona pueda actuar sin él.
Real o psicológico, es importante señalar que cualquiera de las
dos clases de miedo provoca la misma reacción en la persona.
El miedo a perder el partido, por ejemplo en el fútbol,
puede activar una autoprofesía que se cumple. ¿De qué manera se podría explicar
eso? Para dar una respuesta, sirve apoyarse en la fisiología de la amígdala
cerebral, que nos permitirá comprender la otra cara de la moneda en esta
situación. El sistema límbico fija su atención en el objeto amenazante (en este
caso perder el partido), esto hace que se desactiven parcialmente los lóbulos
frontales (encargados de anticipar escenarios de futuro; es decir, en este caso
ver otras posibilidades). Durante un estado emocional ciertamente irracional
que produce ansiedad o pánico escénico, la atención consciente queda fijada en
la imposibilidad de ganar de tal manera que los cambios en los síntomas
fisiológicos (alteración del ritmo cardiaco y cambio en la presión sanguínea), termina
confirmando la realidad amenazante que el jugador se ha inventado.
¿QUÉ HACER FRENTE ESTE TIPO DE MIEDO?
Antes de cualquier cosa, es necesario aclarar que este miedo
no se percibe fácilmente; a no ser que el DT tenga un conocimiento profundo del
tono emocional de su equipo. La interacción permanente en camerinos, en el gym,
en la sede de concentración, en la zona húmeda y en la cancha, le da al DT la
caracterización básica de las manifestaciones afectivas entre los jugadores:
humor, alianzas, cohesiones, liderazgos, manejo de normas, verbalizaciones,
rituales, cercanías y muchas otras expresiones de la dinámica de un grupo. O
sea, que cualquier cambio en la manera como se da la aceptación o rechazo
dentro de la dinámica grupal; le estaría dando elementos para la comprensión
del tono emocional de su equipo.
Si hay comunicación honesta entre los jugadores y el DT; se
podría asegurar que el técnico ya tiene uno de los focos de dirección
prioritarios para el manejo del miedo en su equipo. Dicho de otra forma, la comunicación profunda le
validará al Técnico las estrategias a utilizar durante un compromiso. Si el DT
conoce el miedo de sus jugadores los podrá motivar a enfrentarlo de manera tal
que el juego sea una actividad retadora y liberadora de eso que les impide dar
lo mejor de sí.
- · Un equipo dentro del cual los jugadores hablan y no sólo escuchan; un DT se puede sentir seguro del manejo del miedo irracional por parte de los jugadores.
- · Alegría grupal en el camerino que refuerza integración.
- · Interacción dinámica con diferentes focos de atención de manera positiva; esto permite sospechar que el equipo está dispuesto de manera sinérgica.
- · Puntualidad del equipo a la hora de la competencia. Existe timer o sincronía a favor de la tarea.
- · Expresiones de humor sanas sin avergüenzamientos ni chanzas agresivas. No hay agresiones evidentes. La agresión es una de las pésimas resoluciones del miedo.
- · Si alguien del grupo propone algo diferente y el resto lo invita a seguir haciendo lo que la mayoría hace; es una señal inequívoca de cohesión grupal frente al compromiso.
SEÑALES DE UN MIEDO POCO MANEJADO
·
Uno de los jugadores utilizando audífonos;
mientras que el resto no. Los audífonos los deben utilizar todos o ninguno.
·
Diferentes subgrupos en la antesala del
compromiso; todos ellos haciendo cosas diferentes. Permite leer desarmonía y
desconexión.
·
Llegada tarde de varios jugadores, que van llegando
uno después del otro. Confirma falta de sincronización o desinterés en atender
la autoridad del grupo.
·
Silencio de todo el equipo, de manera
expectante. Clara angustia por algo que no se ha resuelto.
·
Discusiones sin sentido que no son de ninguna manera
una chanza. Pueden ser vistas como ansiedad.
A manera de conclusión se puede asegurar que aunque el miedo
es individual es una emoción básica que puede ser reconocida por un DT que ha
observado la dinámica de su grupo y puede percatarse cambios significativos que
le pueden hacer cambiar la estrategia de juego.
El miedo es un fantasma que ronda los camerinos de nuestros
jugadores y debe ser celosamente identificado por el DT antes de un compromiso.
El DT debe ser primero en llegar, ya que su llegada marcará
la pauta del comportamiento grupal; obligará a los jugadores a enfocarse en
situación de juego, fomentará la cohesión de equipo. Propiciar informalidad,
haciendo apuntes jocosos propios de la intimidad del equipo es más que
recomendable, sano para el equipo.
TÉCNICAS QUE DEBE UTILIZAR EL DT PARA EL MANEJO DEL MIEDO
·
Evitar intervenciones castigo/recompensa. Los
jugadores que de niños tuvieron pésimas
experiencias de crianza, pueden
experimentar un miedo frente a la figura de autoridad, asumiendo que de esa
forma se respeta al DT. Un jugador miedoso aprende con lentitud, es claramente
torpe.
·
Ahorrarse las amenazas como idea de motivación.
Esta puede funcionar tal vez una sola vez, ya que aumenta la atención en
algunos aspectos del entrenamiento; pero el costo que tienen que pagar los que
creen el contenido de la amenaza disminuye la calidad de algunos aspectos
técnicos, y por ende disminuye su fuerza cuando los jugadores ven que no se
cumple lo anunciado.
·
Por el contrario, si la amenaza del punto
anterior es cierta, es decir se cumple. Tendríamos a un equipo pseudomotivado
por el terror. Dicho sea de paso, el terror haría que los jugadores se violenten
jugando, en el mejor de los casos –sin exagerar.
·
Por ninguna razón regañar a un jugador delante
del equipo. En caso que éste sea referente para el resto del grupo, provocará impotencia
y desmotivará a los jugadores afiliativos; por el contrario a los orientados al
poder y al logro, les estará presentando generadores para ser tenido en cuenta
a pesar de los errores, y, de criterios de revisión personal; respectivamente.
·
Igualmente, prescinda de monólogos en los que el
resto del equipo está observando la actuación muy molesta del DT, en la que él mismo
se pregunta y se responde, alzando la voz, manoteando, zapateando, tirando
cosas al suelo… etc. Esto actualiza un sentimiento de miedo y de conmiseración
que no se equipara jamás con la situación que lo causa.
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